¿Por qué antes comíamos magdalenas y ahora comemos muffins?

By Julia Macía

El 2020 podría definirse como el año del sedentarismo y es que, todos nosotros hemos cancelado nuestras escapadas y rutas y nos hemos acomodado en nuestro sofá con una buena serie de Netflix durante tres meses seguidos. Pero para rematarlo se nos ha juntado la recta final del año con comilonas de Navidad, aunque este año reducidas, que nos hacen tener que soltar otro punto más en el cinturón.

Por lo que, seguro que tú también has decidido empezar el 2021 con buen pie y es por ello que te has propuesto como propósito de año nuevo volver a mejorar tu alimentación. 

No te preocupes, no soy nutricionista ni pretendo dar consejos de salud en este post, sino que vengo a hablaros de un trabajo publicado en el 2011 en el Journal of Consumer Research.

En este estudio se demuestra que los consumidores o, mejor dicho, la mente de los consumidores, nos juega una mala pasada a la hora de elegir nuestras opciones de alimentación.

¿En qué consistía el estudio?

Muy simple, a los consumidores se les ofrecían el mismo producto, pero bajo nombres distintos y les pedían que eligiesen la opción que consideraban mejor o más sana.  Por ejemplo, se les ofrecían “batidos” o “smoothies”, “magdalenas” o “muffins” y “patatas fritas” o “chips de verduras”.

plato de magdalenas
Photo by NordWood Themes

El objetivo final era observar si existía un impacto en el consumo de ciertos productos de alimentación siendo el producto final el mismo y cambiando únicamente el nombre.

Para ello, realizaron cuatro grupos de estudio distinto, y, antes de que te lo preguntes, los resultados fueron idénticos en todos ellos.

Por ejemplo, en uno de los grupos se les pedía a los encuestados que eligiesen entre un plato que se llamaba “ensalada” frente a otro que se llamaba “pasta”, pero siendo los ingredientes de ambos platos idénticos. Aun así, la mayoría de los consumidores preferían consumir la “ensalada” ya que la consideraban más sana que la “pasta”.

¿Cuáles fueron las conclusiones del estudio?

Los resultados fueron muy claros y sorprendentes y es que, una vez más, seguimos observando que los consumidores tenemos muy poco de racionales.

Los encuestados tendían a escoger aquel producto con un nombre más sano, incluso cuando el valor nutricional de ambos era el mismo. Pero, además, ¡percibían este producto con un mejor sabor!

Es decir, cuando a los productos se les asignaba un nombre que pareciese más “sano” este era percibido como un producto que no afectaba a la salud, pero además era asociado a un mejor sabor. Mientras que aquellos con el nombre menos sano eran percibidos como menos sabrosos.

bowl of vegetable salad with walnuts
Photo by Louis Hansel

¿Cómo nos afecta esto?

Cada vez más, los consumidores nos centramos en aspectos tan básicos como nuestra salud y nuestra alimentación. Y es evidente que las marcas no pueden ignorar esta tendencia que se está produciendo hacia el consumo de productos que resulten más sanos y saludables para nuestro cuerpo.

Es por ello, que muchas empresas ya han comenzado a desarrollar productos que podamos considerar más sanos. Pero ojo, ¡que no te engañen con el nombre! Ya que un muffin sigue siendo una simple magdalena.

Así que, no es por desanimarte, pero volver a tener una alimentación saludable este 2021 puede que se te haga un poco cuesta arriba, ya no solo por conseguir levantar el culo del sofá sino porque, como siempre, nuestra mente nos juega una mala pasada.

Por lo que la próxima vez que vayas al supermercado piensa si esos muffins que tienen tan buena pinta no serán unas magdalenas de toda la vida.

Y tú, ¿prefieres muffins o magdalenas?